Varios estudios muestran cómo las manos actúan de vector en la transmisión de infecciones, o bien contaminando las superficies que con posterioridad tocarán los mismos enfermos, o bien al contactar con superficies u objetos contaminados y tocar después a los enfermos sin haber hecho una higiene previa.
La acción para evitar que las manos actúen como vector sobre la que existen más pruebas científicas, y que se recomienda con mayor frecuencia, es la fricción de las manos con preparados alcohólicos antes y después del contacto directo con los pacientes. Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como los Centers for Diseases Control and Prevention (CDC) conceden a esta acción un grado de evidencia científica máximo (IA).