Se estima que cada año hay unos 31 millones de episodios de sepsis en el mundo y que unos 5 millones de personas cada año mueren por esta causa. Un porcentaje elevado de estos pacientes tienen una infección por microorganismo multirresistente, por lo que la resistencia a los antibióticos tiene mucho que ver. Se calcula que en 2050 habrá 10 millones de muertes al año por infecciones con bacterias resistentes a antibióticos. ¿Podemos decir que es una de las enfermedades de mayor impacto para el sector sanitario?
Durante mucho tiempo, las enfermedades infecciosas han sido una prioridad en la salud pública mundial y se considera una de las principales causas de pérdida de salud a nivel global. Durante la primera mitad del siglo XX, hubo una disminución de la mortalidad significativa de estas enfermedades debido a mejoras como la cloración del agua, el lavado de manos, el descubrimiento de los antimicrobianos y la vacunación de la población. En los últimos años se percibe un aumento significativo de infecciones causadas por microorganismos multirresistentes o difíciles de tratar con los antimicrobianos de los que disponemos actualmente. Si no existe un cambio en esta tendencia, algunos organismos oficiales prevén que estas enfermedades podrían llegar a ser la primera causa de muerte a nivel mundial en unas tres décadas.
En una situación que a menudo se describe como “pandemia silenciosa”, ¿qué novedades terapéuticas se han producido en los últimos años respecto al manejo de la sepsis y la administración de antibióticos? ¿Ha habido avances destacables?
Es muy importante detectar a los pacientes que pueden estar en riesgo de sepsis, de ahí que varias guías hayan propuesto una lista de ítems para ello. Los más conocidos son qSOFA y NEWS, que aportando datos medibles de la situación del paciente, como frecuencia cardíaca y respiratoria, pueden identificar el riesgo de desarrollarlos. Además, en diferentes hospitales se está instaurando un “código sepsis” para identificar a estos enfermos y, así, poder realizar una actuación multidisciplinar rápida con el objetivo de reducir la mortalidad relacionada con este proceso. Una vez identificado el paciente con riesgo de sepsis, debe instaurarse un tratamiento empírico adecuado lo antes posible, además de extraer diferentes muestras al paciente para poder identificar al agente etiológico que causa el cuadro clínico. La demora en la instauración de tratamientos empíricos o que éstos no sean correctos aumenta la mortalidad de los pacientes. En los laboratorios se dispone cada vez más de técnicas de diagnóstico rápidas que dan información útil a los clínicos para ayudar a tomar estas decisiones. Por otra parte, han aparecido nuevos fármacos o nuevas combinaciones de fármacos ya conocidos que son útiles por su amplio espectro de actuación frente a varios microorganismos.
Todo apunta a un abuso de los antibióticos. ¿Cree que una buena educación sanitaria a la ciudadanía puede ayudar a evitar que se tomen cuando no son necesarios? ¿La prescripción por parte de profesionales de la salud también es responsable? ¿Y la industria farmacéutica? ¿Y el uso de antibióticos en la industria alimentaria? ¿Qué medidas cree que podrían ser efectivas?
La aparición de resistencias antimicrobianas está estrechamente ligada al consumo de antibióticos, por lo que sólo deben tomarse bajo la prescripción de un profesional de la salud. Este profesional debe valorar al paciente y decidir si el cuadro clínico que presenta se puede beneficiar de la toma de antibióticos. En caso de que lo fuera, debe establecer una pauta y duración adecuadas. La educación a la ciudadanía es básica y los profesionales de la salud deben transmitir la información y hacer partícipe al paciente de la toma de decisiones con información clara y comprensible. Hay que hacer entender que existen algunas infecciones que no se benefician de la toma de antibióticos, como los cuadros gripales o pseudogripales. Estos están causados mayoritariamente por virus y los antibióticos no tienen ninguna actividad frente a este tipo de microorganismos. En los últimos años se ha instaurado el concepto de “Una sola salud” (en inglés, One Health), que quiere enfatizar que la salud humana y la salud animal están conectadas y también influenciadas por el ecosistema en el que se encuentran. En la industria alimentaria se utilizaban tradicionalmente ciertos antibióticos para evitar infecciones a los animales, así como promotores de crecimiento. Esto ha generado resistencia a algunos antibióticos y nos ha limitado las opciones terapéuticas para algunos síndromes clínicos. Por tanto, se debe controlar y restringir el uso de antibióticos a nivel de salud humana, salud animal y realizar una actuación conjunta para evitar la aparición de resistencias a los antibióticos.
A nivel nacional se ha creado una iniciativa con el nombre de Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antimicrobianos (PRAN) cuyo objetivo es reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencias a los antibióticos. Participan en ella todas las comunidades autónomas y más de 70 sociedades científicas.
La terapia de fagos se presenta como una alternativa a la resistencia a los antibióticos. Se están realizando estudios y pruebas que aún tardarán en dar resultados. ¿Cree que puede ser efectiva?
Los fagos son virus que afectan específicamente a bacterias. Su ciclo de vida implica la muerte de la bacteria que infecta. El hecho de ir dirigido a cierto tipo de bacteria permitiría que sólo se infectara la que causa la patología, preservando el resto de microorganismos que forman parte de la microbiota habitual. Se deben realizar más estudios para ver la viabilidad y aplicación de esta terapia y saber qué efectos puede tener a largo plazo su uso.
¿Hay personas más vulnerables a las bacterias multirresistentes o todos somos igual de vulnerables? ¿En el Hospital de Barcelona qué incidencia se ha detectado?
Hay ciertos factores que ayudarían a tener una mayor probabilidad de sufrir una infección por algún microorganismo resistente. Entre los más habituales se encuentran la reciente toma de antibióticos, el ingreso reciente en un centro sanitario, los pacientes institucionalizados (residencias, centros sociosanitarios) y ciertos tipos de inmunodepresión. Hay que entender que existen microorganismos que forman parte de la microbiota habitual de algunos territorios del cuerpo humano, en un ecosistema que en condiciones normales está en equilibrio. La introducción de un antibiótico genera una presión en este ecosistema y produce que se seleccionen y multipliquen aquellos microorganismos que presentan alguna ventaja frente a esta agresión, es decir, aquellos que presenten una resistencia. En el Hospital de Barcelona hemos registrado una incidencia de resistencia similar al resto de centros de nuestra zona y capacidad asistencial. Entre un 10-20% de microorganismos con resistencia a un grupo de fármacos de interés clínico importante, y un 0,1% con resistencia a antibióticos de amplio espectro.